martes, 3 de julio de 2012

Para reflexionar

Desde que tengo uso de razón, desde el seno de mi hogar se me fue hecha obligatoria una formación católica, la cual, a decir verdad, seguí al pié de la letra mientras estuve bajo la sigilosa mirada de mi madre, a quien generacionalmente y por cuestiones sociales así se lo inculcaron.
Cumplir con ciertas reglas sociales, que al meternos al fondo de ellas terminan por ser preceptos falaces de nuestro entorno y que difícilmente llegan a ser las reglas de oro que nos brinden un mundo justo, armónico y pacífico –digo, porque eso dicen es su finalidad-.
Tengo la costumbre desde mis épocas de preparatoriano de no seguir la corriente de causas lineales u obligatorias, impuestas por quién sabe quién, para quién sabe qué demonios; estoy convencido que éste país es en su mayoría por conveniencia y costumbre católica en un mayor porcentaje.
El criticar los diferentes idearios de política, o mejor dicho a los políticos, así como las férreas ideas religionarias, sea cual sea, te dan como seguro que cargues en la espalda con un sinfín de enemigos de a gratis, como coloquialmente se expresa; ambos temas llegan a meter en serios problemas personales a alguien en su familia, escuela, trabajo, entorno social, etcétera.
Sin embargo, tenemos que exigir que nosotros tengamos candidatos seculares, cualidad o dualidad que está en peligro de extinción debido a que se ha vuelto común que servidores públicos que ostentan cargos de elección popular no tienen empacho en apoyar abiertamente ideologías religiosas, entiéndase directamente la ideología católica.
¿Quién les dijo que la iglesia católica es la aprobada por todos los mexicanos?, existen otra amplia gama de creencias que deberían por lo tanto recibir el mismo trato y atención por parte de partidos políticos y gobiernos, aún más de los medios de comunicación.
Desde mediados de 1800 con las leyes de Reforma promulgadas por Benito Juárez, se hizo una separación iglesia – Estado, con lo cual, debió haberse respetado hasta nuestros días lo que en ella se asentó; la iglesia fuera de cuestiones de índole política.
Yo no soy católico, prefiero ser creyente de varias ideologías que ayuden a avanzar sistemáticamente a México; el político juega sus cartas por otro lado, el lado vulnerable de ciertas sociedades, la creencia religiosa, con el afán de mandarnos el mensaje, “soy como tú”, “no soy protestante, judío, cristiano, ateo o de otra creencia minoritaria”, para mi entender eso tratan de persuadirnos.
El Estado laico se pasa por el arco del triunfo, lo importante es el interés del poder, si entendieran el verdadero sentido de la secularización política, dejarían de vejar consiente e inconscientemente a otras creencias tan válidas como la católica.
Pero vaya tenemos también políticos católicos, por compromiso y conveniencia, más por convicción, y aunque así lo fueran, no me importa si hoy acude a ponerse ceniza, sus viernes son de vigilia, cumple sus sacramentos, acude a rituales católicos (como el baño de San Juan en nuestra comunidad), asiste a la visita del Papa y otras más que se me van de la cabeza; quiero un representante capaz de respetar ideologías en ese sentido y no menosprecie a otros sectores.
Estamos en teoría en un país democrático, donde todos somos iguales; pero bueno, no cabe duda que unos más iguales que otros.
Enlace: http://www.perspectivasonora.com/
Cortesía de Julio Lugo

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